Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 — Genebra, 14 de junho de 1986 foi um escritor, poeta, tradutor, crítico literário e ensaísta argentino.

1899-08-24 Buenos Aires, Argentina
1986-06-14 Genebra, Suíça
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Alguns Poemas

Fundación mítica de Buenos Aires

¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.

Pensando bien la cosa, supondremos que el río
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.

Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.

Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

Una manzana entera pero en mitá del campo
presenciada de auroras y lluvias y sudestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.

Un almacén rosado como revés de naipe
brilló y en la trastienda conversaron un truco;
el almacén rosado floreció en un compadre,
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.

El primer organito salvaba el horizonte
con su achacoso porte, su habanera y su gringo.
El corralón seguro ya opinaba Yrigoyen,
algún piano mandaba tangos de Saborido.

Una cigarrería sahumó como una rosa
el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
los hombres compartieron un pasado ilusorio.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.



Jorge Luis Borges | "Poesia Completa", págs. 87 e 88 | Debolsillo, 3ª. edição, 2016

Los gauchos

Quién les hubiera dicho que sus mayores vinieron por un mar, quién les hubiera dicho lo que son un mar y sus aguas.

Mestizos de la sangre del hombre blanco, lo tuvieron en poco, mestizos de la sangre del hombre rojo, fueron sus enemigos.

Muchos no habrán oído jamás la palabra gaucho, o la habrán oído como una injuria.
Aprendieron los caminos de las estrellas, los hábitos del aire y del pájaro, las profecías de las nubes del Sur y de la luna con un cerco.

Fueron pastores de la hacienda brava, firmes en el caballo del desierto que habían domado esa mañana, enlazadores, marcadores, troperos, capataces, hombres de la partida policial, alguna vez matreros; alguno, el escuchado, fue el payador.

Cantaba sin premura, porque el alba tarda en clarear, y no alzaba la voz.

Había peones tigreros; amparado en el poncho el brazo izquierdo, el derecho sumía el cuchillo en el vientre del animal, abalanzado y alto.

El diálogo pausado, el mate y el naipe fueron las formas de su tiempo.

A diferencia de otros campesinos, eran capaces de ironía.

Eran sufridos, castos y pobres. La hospitalidad fue su fiesta.

Alguna noche los perdió el pendenciero alcohol de los sábados.

Morían y mataban con inocencia.

No eran devotos, fuera de alguna oscura superstición, pero la dura vida les enseño el culto del coraje.

Hombres de la ciudad les fabricaron un dialecto y una poesía de metáforas rústicas.
Ciertamente no fueron aventureros, pero un arreo los llevaba muy lejos y más lejos las guerras.

No dieron a la historia un sólo caudillo. Fueron hombres de López, de Ramírez, de Artigas, de Quiroga, de Bustos, de Pedro Campbell, de Rosas, de Urquiza, de aquel Ricardo López Jordán que hizo matar a Urquiza, de Peñaloza y de Saravia.

No murieron por esa cosa abstracta, la patria, sino por un patrón casual, una ira o por la invitación de un peligro.

Su ceniza está perdida en remotas regiones del continente, en repúblicas de cuya historia nada supieron, en campos de batalla, hoy famosos.

Hilario Ascasubi los vio cantando y combatiendo.

Vivieron su destino como en un sueño, sin saber quienes eran o qué eran.

Tal vez lo mismo nos ocurre a nosotros.


"Elogio de la sombra" (1969)


Jorge Luis Borges | "Poesia Completa", págs. 318 e 319 | Debolsillo, 3ª. edição, 2016

Adrogué

Nadie en la noche indescifrable tema
Que yo me pierda entre las negras flores
Del parque, donde tejen su sistema
Propicio a los nostálgicos amores.

O al ocio de las tardes, la secreta
Ave que siempre un mismo canto afina,
El agua circular y la glorieta,
La vaga estatua y la dudosa ruina.

Hueca en la hueca sombra, la cochera
Marca (lo sé) los trémulos confines
De este mundo de polvo y de jazmines,
Grato a Verlaine y grato a Julio Herrera.

Su olor medicinal dan a la sombra
Los eucaliptos: ese olor antiguo
Que, más allá del tiempo y del ambiguo
Lenguaje, el tiempo de las quintas nombra.

Mi paso busca y halla el esperado
Umbral. Su oscuro borde la azotea
Define y en el patio ajedrezado
La canilla periódica gotea.

Duermen del otro lado de las puertas
Aquéllos que por obra de los sueños
Son en la sombra visionarios dueños
Del vasto ayer y de las cosas muertas.

Cada objeto conozco de este viejo
Edificio: las láminas de mica
Sobre esa piedra gris que se duplica
Continuamente en el borroso espejo.

Y la cabeza de león que muerde
Una argolla y los vidrios de colores
Que revelan al niño los primores
De un mundo rojo y de otro mundo verde.

Más allá del azar y de la muerte
Duran, y cada cual tiene su historia,
Pero todo esto ocurre en esta suerte
De cuarta dimensión, que es la memoria.

En ella y sólo en ella están ahora
Los patios y jardines. El pasado
Los guarda en ese círculo vedado
Que a un tiempo abarca el véspero y la aurora.

¿Cómo puede perder aquel preciso
Orden de humildes y pequeñas cosas,
Inaccesibles hoy como las rosas
Que dio al primer Adán el Paraíso?

El antiguo estupor de la elegía
Me abruma cuando pienso en esa casa
Y no comprendo cómo el tiempo pasa,
Yo, que soy tiempo y sangre y agonía.


El hacedor (1960)


Jorge Luis Borges | "Poesia Completa", págs. 148 e 149 | Debolsillo, 3ª. edição, 2016

In memoriam A. R.

O vago acaso ou as precisas leis
Que regem este sonho, o universo,
Permitiram-me compartir um terso
Trecho do curso com Alfonso Reyes.

Soube bem essa arte que nenhum
Outro abarcou, nem Simbad nem
Ulisses, Que é passar de um a outros países
E estar inteiramente em cada um.

Se a memória lhe cravou sua flecha
Alguma vez, lavrou com o violento
Metal da arma o numeroso e lento
Alexandrino ou a aflita endecha.

Nos trabalhos o assistiu a humana
Esperança e foi lume de sua vida
Dar com o verso que não mais se olvida
E renovar a prosa castelhana.

Além do Mio Cid de passo tardo
E dessa grei que quer ser obscura,
Rastreava a fugaz literatura
Até os arrabaldes do lunfardo.

Entre os jardins, os cinco, de Marini
Demorou-se, mas algo nele havia
Imortal e essencial que preferia
O árduo estudo e o dever divino.

A bem dizer, preferiu os jardins
Para a meditação, onde Porfírio
Erigiu ante as sombras e o delírio
A Arvore do Princípio e dos Fins.

Reyes, a indecifrável providência
Que administra o pródigo e o parco
Deu-nos, a alguns, o setor ou o arco,
Mas a ti a total circunferência.

O ditoso buscavas ou o triste
Que ocultam frontispícios e renomes;
Como o Deus de Erígena, preferiste
Ser ninguém para ser todos os homens.

Vastos e delicados esplendores
Teu estilo alcançou, precisa rosa,
E às guerras de Deus tornou gozosa
A veia militar de antecessores.

Onde anda o mexicano? (É minha questão.)
Contemplará, com o horror de Édipo
Ante a estranha Esfinge, o Arquétipo
Impassível do Rosto ou da Mão?

Ou errará, como Swedenborg queria,
Por um orbe mais vívido e complexo
Que o terreno, que é apenas reflexo
Daquela alta e celeste algaravia?

Se (como esses impérios da laca
E do ébano ensinam) a memória
Lavra seu íntimo Éden, já há na glória
Outro México e outro Cuernavaca.

Conhece Deus as cores que a sorte
Propõe ao homem para além do dia;
Por estas ruas ando. Todavia
Sei muito pouco a respeito da morte.

Só uma coisa sei. Que Alfonso Reyes
(Onde quer que o mar o tenha lançado)
Vai se aplicar feliz e desvelado
Ao outro enigma e às outras leis.

Ao ímpar tributemos, ao diverso
O clamor e os aplausos da vitória;
Não profane minha lágrima este verso
Que nosso amor inscreve em sua memória.


"El Hacedor", 1960



Jorge Luis Borges | "Poesia Completa", págs. 133, 134 e 135 | Debolsillo, 3ª. edição, 2016

Abramowicz

Esta noche, no lejos de la cumbre de la colina de Saint Pierre, una valerosa y venturosa música griega nos acaba de revelar que la muerte es más inverosímil que la vida y que, por consiguiente, el alma perdura cuando su cuerpo es caos. Esto quiere decir que María Kodama, Isabelle Monet y yo no somos tres, como ilusoriamente creíamos.

Somos cuatro, ya que tú también estás con nosotros, Maurice. Con vino rojo hemos brindado a tu salud. No hacía falta tu voz, no hacía falta el roce de tu mano ni tu memoria. Estabas ahí, silencioso y sin duda sonriente, al percibir que nos asombraba y maravillaba ese hecho tan notorio de que nadie puede morir. Estabas ahí, a nuestro lado, y contigo las muchedumbres de quienes duermen con sus padres, según se lee en las páginas de tu Biblia. Contigo estaban las muchedumbres de las sombras que bebieron en la fosa ante Ulises y también Ulises y también todos los que fueron o imaginaron los que fueron. Todos estaban ahí, y también mis padres y también Heráclito y Yorick. Cómo puede morir una mujer o un hombre o un niño, que han sido tantas primaveras y tantas hojas, tantos libros y tantos pájaros y tantas mañanas y noches.

Esta noche puedo llorar como un hombre, puedo sentir que por mis mejillas las lágrimas resbalan, porque sé que en la tierra no hay una sola cosa que sea mortal y que no proyecte su sombra. Esta noche me has dicho sin palabras, Abramowicz, que debemos entrar en la muerte como quien entra en una fiesta.



Jorge Luis Borges | "Poesia Completa", pág. 596 | Debolsillo, 3ª. edição, 2016
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increible :)
12/setembro/2023
wil
*populosa
16/junho/2021
Wilson
Una edición anterior decía: la vasta vaga popolosa muerte. ---No es quizás muy buen español pero es 120% mejor que la corrección.
16/junho/2021
Francis
Hermoso poema, me imaginaba contemplando esta plaza.
15/maio/2021
Juan
Es para vos CHUPALA, es lógico que un invecil como vos no entienda nada. Pero te digo: porque no me mam... esta, BOKITA GRANDE ??
31/janeiro/2021
mikuus
imvecil va con b larga . señor :)
12/setembro/2023
chupala
no entendí una verga del poema este. aguante bokita el mas grande
15/setembro/2020
Miguel
Este poema se llama 1964.
28/maio/2019
Duarte
Le, usted sabe el resto del texto? Gracias!
24/março/2019
Le
no esta completa y se publico en prosa
30/novembro/2018

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